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Videollamadas en audiencias judiciales y periciales

 El Debate sobre las Audiencias por Videollamada en la Justicia: Innovaciones, Desafíos y Experiencias Prácticas

Puede ver el video: https://youtu.be/HY2GFSFNxo0

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La pandemia de COVID-19 trajo consigo numerosas transformaciones en diversas áreas, y la justicia no fue la excepción. Una de las innovaciones más significativas fue la posibilidad de realizar audiencias mediante videollamadas, permitiendo a los actores del sistema judicial interactuar de manera remota. Si bien esta modalidad abrió la puerta a una modernización necesaria, también generó controversias y desafíos que vale la pena analizar.

En el marco de este debate, realicé una encuesta a 50 abogados en ejercicio profesional para conocer sus perspectivas. En términos generales, la mayoría expresó posiciones que oscilaban entre la neutralidad y el apoyo hacia las audiencias por videollamada. Sin embargo, algunos aspectos como la conexión tecnológica, la ausencia de lenguaje gestual o la falta de interacción personal fueron identificados como desventajas.

Principales desafíos detectados

Conectividad y tecnología: Aunque la mayoría consideró que no representaban un problema crítico, una pequeña porción de abogados resaltó la falta de acceso o calidad en la conexión como un obstáculo significativo.

Lenguaje gestual: Las opiniones estuvieron divididas sobre si la ausencia de gestos o comunicación no verbal en videollamadas afecta la dinámica de las audiencias.

Falta de interacción personal: Aquí se detectó una mayor desventaja en comparación con la presencialidad, ya que esta última ofrece un nivel de interacción más fluido y directo entre las partes.

La decisión del Tribunal Superior de Justicia

El Tribunal Superior de Justicia estableció que las audiencias por videollamada serían una excepción y no la regla, bajo criterios garantistas y para evitar planteos relacionados con la exclusión de partes que desean participar presencialmente. Esta decisión ha generado consecuencias prácticas para los profesionales, en particular para los peritos que trabajan en jurisdicciones alejadas de los centros urbanos.

Experiencias prácticas: San Francisco y Jesús María

En mi experiencia personal como perito informático, esta decisión tuvo impactos directos en mi capacidad de trabajar en la ciudad de San Francisco, a 230 kilómetros de Córdoba. Durante la pandemia, desarrollé metodologías para realizar peritaciones remotas, tanto informáticas como accidentológicas. Sin embargo, la imposición de la presencialidad como norma dificultó mi participación, ya que, en ocasiones, peritos de control presentes exigían que todas las partes estuvieran físicamente en el tribunal, introduciendo demoras y obstáculos.

Por el contrario, en los tribunales de Jesús María, donde planteé que la modalidad remota era viable y garantista, obtuve una respuesta favorable, permitiéndome seguir trabajando de manera efectiva en esa jurisdicción.

Costos y acceso a la justicia

El requerimiento de presencialidad plantea barreras significativas en términos de economía procesal y acceso a la justicia, especialmente en contextos donde las partes litigan en condiciones de pobreza. En el fuero laboral, por ejemplo, el principio de gratuidad protege a los actores de asumir costos adicionales, incluyendo los relacionados con peritajes. La presencialidad obligatoria representa un costo elevado que, en muchos casos, es incompatible con este principio.

Garantías en las audiencias remotas

Un punto crucial en el debate es cómo garantizar la transparencia y efectividad en las audiencias por videollamada. En el caso de las peritaciones informáticas, he implementado herramientas como:

Videollamadas con WhatsApp: Utilizando la funcionalidad de compartir pantalla para redactar actas en tiempo real, con la participación activa de todas las partes.

Firma electrónica simplificada: Remisión del acta por WhatsApp y recepción de una confirmación escrita como constancia.

Registro audiovisual: En casos complejos, como juicios por estafas bancarias, se graba todo el procedimiento, asegurando un nivel de transparencia que a menudo supera al de las audiencias presenciales.

Reflexión final

La experiencia demuestra que las audiencias por videollamada pueden ser una herramienta valiosa para la justicia, siempre que se implementen con las garantías adecuadas. Si bien la presencialidad sigue siendo importante en ciertos contextos, las ventajas de la modalidad remota en términos de economía, accesibilidad y modernización no pueden ser ignoradas. Es fundamental que los tribunales encuentren un equilibrio que permita aprovechar esta innovación sin comprometer los derechos de las partes.

Esta anécdota ilustra tanto los desafíos como los beneficios de las audiencias remotas. En algunos casos, como en Jesús María, se han adoptado de manera positiva; en otros, como en San Francisco, las resistencias han resultado en oportunidades perdidas. El futuro de la justicia debería orientarse hacia una integración flexible que combine ambas modalidades según las necesidades y posibilidades de cada caso.

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