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Hoy quiero compartir con ustedes una experiencia que me ocurrió recientemente en el marco de un contrato donde las notificaciones entre las partes se realizaban mediante correo electrónico. Este caso me permitió reflexionar sobre la importancia de los detalles en las comunicaciones digitales y cómo un pequeño error puede generar grandes complicaciones.
Como muchos saben, las notificaciones electrónicas, ya sea por correo electrónico, WhatsApp u otros medios digitales, han sido ampliamente tratadas en la jurisprudencia, la doctrina e incluso están reguladas en el Código Civil y Comercial de la Nación. Estas normativas establecen que las partes pueden designar un domicilio electrónico para recibir notificaciones, lo que otorga validez legal a estos medios de comunicación. Sin embargo, ¿qué sucede cuando algo falla en el proceso?
En este caso, las notificaciones se enviaron desde diferentes cuentas de correo electrónico a la dirección especificada en el contrato. Hasta aquí, todo parecía correcto. Sin embargo, hubo un detalle que no se tuvo en cuenta: no se establecieron protocolos para manejar contingencias. ¿Qué pasa si el correo rebota? ¿O si la casilla de correo está llena? ¿O si el destinatario no puede acceder a su cuenta porque fue hackeada o por algún otro inconveniente? Estas situaciones no estaban previstas en el contrato, lo que generó un problema importante.
Además, no se especificaron medios complementarios para enviar notificaciones, como una cuenta de WhatsApp, redes sociales o incluso un correo electrónico secundario. Esto limitó las opciones cuando surgieron complicaciones.
El caso se complicó aún más debido a un error aparentemente pequeño: la dirección de correo electrónico a la que se enviaron las notificaciones no coincidía exactamente con la consignada en el contrato. En el contrato figuraba, por ejemplo, "juan.perez@dominio.com", pero las notificaciones se enviaron a "juanperez@dominio.com", omitiendo el punto. A simple vista, podría parecer un detalle sin importancia, pero en el mundo digital, esto puede marcar una gran diferencia.
En el ámbito físico, si confundimos "Avenida Rafael Núñez 4017" con "Avenida Rafael Núñez 417", es probable que la notificación no llegue a su destino. Sin embargo, en el mundo digital, la omisión de un punto en una dirección de correo electrónico no es equiparable. "juan.perez@dominio.com" y "juanperez@dominio.com" no son necesariamente la misma cuenta, a menos que exista una redirección o un alias configurado.
El actor en este caso argumentó que envió los correos a la dirección sin el punto y que nunca recibió un mensaje de error. Aquí es donde entra en juego la buena o mala fe. Si se envía una notificación a una dirección incorrecta y no se recibe un mensaje de error, ¿se puede asumir que la notificación fue recibida? Esto no estaba especificado en el contrato, lo que generó un vacío legal.
Desde el punto de vista técnico, es crucial identificar cómo está configurado el servidor de correo electrónico. Algunos servidores permiten configuraciones "catch-all", donde todos los correos enviados a un dominio, incluso a direcciones incorrectas, son recibidos en una cuenta genérica o no devuelven un error. Sin embargo, en este caso, durante la peritación, se descubrió que el servidor estaba configurado para devolver un error si la dirección era incorrecta. Esto no necesariamente significa que al momento de los hechos el servidor funcionaba de la misma manera, pero complicó la situación.
En definitiva, este caso nos deja varias lecciones. Primero, la importancia de ser precisos al consignar direcciones de correo electrónico en los contratos. Segundo, la necesidad de establecer protocolos claros para manejar contingencias en las notificaciones electrónicas. Y tercero, la relevancia de complementar las notificaciones por correo electrónico con otros medios digitales para evitar problemas.
La validez de una notificación siempre dependerá de que cumpla su objetivo: poner en conocimiento del destinatario el contenido de la comunicación. Pero, como vemos, los detalles técnicos y contractuales pueden ser determinantes.
Espero que esta anécdota les haya resultado útil y les sirva para reflexionar sobre la importancia de prestar atención a los pequeños detalles en el mundo digital. Nos vemos en la próxima entrada. ¡Hasta luego!
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